EJEMPLO TASACIÓN. INMACULADA CONCEPCIÓN
1. FOTOGRAFÍA
2. NÚMERO DE INVENTARIO
Se desconoce
3. DENOMINACIÓN DEL OBJETO
Inmaculada Concepción
4. CLASIFICACIÓN
MAELLA, Mariano Salvador (Valencia, 1739 – Madrid, 1819), seguidor de
Último cuarto del siglo XVIII
5. PROCEDENCIA
Ilustre Colegio de Abogados de Madrid
6. TÉCNICA
Óleo sobre lienzo
7. MEDIDAS
125 x 91 cm
8. DESCRIPCIÓN
Virgen María representada como Inmaculada Concepción. Viste túnica larga blanca, velo dorado, y manto azul con ribete también dorado. Luce el pelo suelto, y se encuentra en actitud orante con las manos a la altura del pecho un tanto giradas hacia su izquierda, en contraposición con su pierna derecha, más adelantada.
Su figura aparece en primer término, como protagonista de la composición. Tras ella, un fondo neutro celestial de dorados resplandores acentúa lumínicamente su rostro, sobre el cual aparece el Espíritu Santo en forma de paloma. La Virgen se posa a su vez sobre una nube, tras la cual emerge de forma difusa un creciente lunar.
La escena se acompaña de diversos querubines, representados bien mediante rostros con alas en grupos de tres o cuatro, como ocurre en las esquinas superiores e inferior izquierda, o de cuerpo entero, en el ángulo inferior derecho, volando y portando a su vez un ramo de rosas.
9. ESTADO DE CONSERVACIÓN
El estado de conservación es óptimo. A simple vista no se perciben faltas ni repintes acusados.
10. FIRMAS / MARCAS / ESTAMPILLAS / INSCRIPCIONES
Se desconoce
11. EXPOSICIONES
- INMACULADA, Catedral de la Almudena, Madrid. Mayo – Octubre de 2005
12. BIBLIOGRAFÍA SOBRE LA PIEZA
- AA., Inmaculada, cat. exp., Catedral de la Almudena, Madrid, 2005, pp. 220 – 222
15. ESTUDIO
En noviembre de 1760, en respuesta a una súplica del recientemente entronizado Carlos III, el papa Clemente XIII, mediante la bula Quantum Ornamenti, elevó a la Inmaculada a la categoría de patrona de España y de las Indias, fruto en parte del amor y la fe que desde tiempos lejanos el pueblo español sintió por esta advocación. Tras ello, en 1771, el propio monarca crearía la Orden de Carlos III, siendo la imagen de la Inmaculada su símbolo[1].
Esta arraigada devoción regia propició que, con destino a las capillas y oratorios reales, o a las parroquias de los Reales Sitios, fueran encargadas por el monarca cantidad de obras con esta iconografía mariana a sus Pintores de Cámara. Cabe mencionar en este aspecto el caso de la decoración pictórica de la Iglesia Parroquial de Trescasas (Segovia), levantada bajo patrocinio del propio Carlos III, y cuyo altar mayor está presidido por un gran lienzo ejecutado por Maella, alusivo a la Purísima Concepción[2].
Mariano Salvador Maella (1739 – 1819). Pintor de origen valenciano formado entre Roma –asimilando los estilos de Maratta, Solimena, Conca– y Madrid –donde recibió la influencia de los grandes extranjeros llamados a trabajar en la decoración del Palacio Real: Mengs, Tiepolo, Giaquinto–. Mantuvo una célebre disputa con Francisco Bayeu, su rival pictórico, pese a haber colaborado con él en determinadas ocasiones, y coetáneo casi estricto lo fue también de Goya, con quien compartió el cargo de primer pintor del rey, pero dispar en estilo y técnica[3].
[1] MANO, José Manuel de la, Mariano Salvador Maella, 2011, p. 26.
[2] VV.AA., Inmaculada, 2005, pp. 329 – 332.
[3] Ibídem, p. 220.
Adaptado al gusto ecléctico del ambiente académico y palaciego en el que transcurrió su vida activa, vio oscurecido su etapa final tras su posicionamiento del lado del gobierno de José Bonaparte, y los posteriores procesos de depuración llevados a cabo por Fernando VII.
Durante su trayectoria profesional abarcó distintos géneros, como la decoración de techos y bóvedas, la pintura alegórica, de historia, mitológica, o el retrato. Pese a ello, su especialidad siempre fue la pintura religiosa, con un amplio catálogo donde fue demostrando su buen hacer técnico en un estilo propio, que inculcaría a un buen número de discípulos sobre los que destacaría Zacarías González Velázquez.
De entre los temas religiosos que llevó a cabo, el que trató con mayor asiduidad y quizá también con mayor acierto fue el de la Inmaculada Concepción, aprovechando el fervor religioso hacia esta advocación que se vivía en España en estos momentos
Fig. 1. Inmaculada Concepción. Francisco Pacheco. 1624. Iglesia de San Lorenzo (Sevilla) |
La búsqueda de una iconografía que definiese a la Inmaculada Concepción debe remontarse a finales de la Edad Media. Distintas representaciones pretendieron demostrar como la Virgen fue concebida sin pecado original, ya fuese a través del Árbol de Jesé, el abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada, la Santa Parentela, o Santa Ana Triple. Durante el siglo XVI se fue perfilando un modelo conocido como Tota Puchra, con María rodeada por los símbolos de las letanías lauretanas, filacterias, y generalmente coronada. A esa imagen se le asoció también la iconografía de mujer del Apocalipsis, con la inclusión del resplandor de sol, la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas, según dictaba el texto bíblico[4].
Esta mezcolanza sería asimilada en las décadas iniciales del siglo XVII por artistas como el italiano Giuseppe Cesari, o los sevillanos Juan de Roelas y Francisco Pacheco[5] (Fig. 1). Todos ellos desarrollaron influyentes modelos que sirvieron como base compositiva a los grandes genios de la
[4] Apocalipsis 12, 1-10.
[5] STRATTON, Suzanne., “La Inmaculada Concepción en el Arte Español”, 1988, pp. 41-43.
Fig. 2. Inmaculada Concepción. Giambattista Tiepolo. Ca. 1767. Museo del Prado. Nº inv. P000363 |
pintura del Siglo de Oro, Velázquez, Zurbarán, Ribera o Murillo, quienes a su vez dotaron a sus creaciones de un estilo propio que sería muy difundido entre sus seguidores, vinculados en su mayoría a la Escuela Madrileña[6].
Traspasado el año 1700, el rey Felipe V, de acuerdo con su gusto Borbón, planificó la renovación de las residencias reales, una política continuada por sus descendientes. En época ya de Carlos III, el monarca acudió a varios artistas europeos de renombre del momento, encargándoles la tarea de decorar pictóricamente el Palacio Real. Tiepolo, Giaquinto o Mengs acudirían a la llamada, creando una escuela de discípulos a sus espaldas, de la que saldrían nombres como Maella.
Las “Inmaculadas” del siglo XVIII se caracterizaron por regla general por ser lienzos de grandes dimensiones concebidos para presidir altares. María se presenta como una hermosa joven de larga cabellera, y presencia poderosa, rodeada por ángeles que portan sus atributos en un ambiente celestial. Cabría entonces mencionar la obra de Tiepolo, quien captó perfectamente esta ya consolidada estética (Fig. 2).
La producción religiosa de Maella se vio muy influenciada por estas características dieciochescas, a las cuales introdujo sus propios toques personales. A lo largo de su trayectoria fueron varios los encargos que recibió para representar a la Inmaculada, alcanzando incluso la fama que Murillo había logrado en la centuria precedente. Generalmente sus obras se destinaron a oratorios reales, o como regalo del monarca a
[6] Nombre que recibe la generación de pintores surgida en la Corte de Felipe IV (1621 – 1665) y Carlos II (1665 – 1700). A destacar autores como Francisco Rizi, José Antolinez, Claudio Coello, o Juan Carreño de Miranda.
Fig. 3. Inmaculada con la Alegoría a España. Mariano Salvador Maella. 1773 – 1774. Museo de Bellas Artes (Valencia) |
determinadas iglesias o poblaciones[7]. Cabe destacar que a pesar de la multitud de comisiones en las que el valenciano se vio precisado a repetir esta iconografía, tan solo en contadas ocasiones recurrió a repetirse a sí mismo, pues en cada una de ellas se perciben toques de originalidad[8].
Fue a partir de la década de 1770 cuando Maella comenzó con la producción de Inmaculadas. Fechada entre 1773 – 1774 se encuentra la Inmaculada con la Alegoría a España conservada hoy en el Museo de Bellas Artes de Valencia (Fig. 3), un boceto quizá de la gran Inmaculada con San Frutos de la Real Colegiata de la Granja de San Ildefonso, con la que comparte grandes similitudes compositivas[9].
Fig. 4. Inmaculada Concepción. Mariano Salvador Maella.
1779. Palacio Real de Aranjuez. Nº inv. 10012967
Para el Palacio Real de Aranjuez ejecutó, a finales de la década, dos lienzos de la Inmaculada de gran similitud, uno de ellos, de vocación más pública, se colocó en la Real Capilla de Palacio, y otro, de ámbito más íntimo, se destinó al oratorio privado de Carlos III (Fig. 4). En ambas obras se da mayor protagonismo a la figura de María, presentada aquí en actitud de oración[10].
[7] MANO, José Manuel de la, 2011, pp. 26-29.
[8] Podría aludirse en este caso al prototipo empleado de forma casi exacta para la iglesia de Trescasas (Segovia), ejecutado en 1785 (Fig. 1), y el Oratorio de Damas del Palacio Real de Madrid, realizado años después, en 1790.
[9] MANO, José Manuel de la, 2011, p. 50.
[10] MORALES Y MARÍN, José Luis, Mariano Salvador Maella , 1991, p. 65.
Podría decirse que su obra más ambiciosa dentro del círculo de las Inmaculadas fue la que llevó a cabo en 1781 para la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid. Las soberbias dimensiones del lienzo hicieron necesario, como era común, de un boceto de presentación, conservado hoy en el Museo del Prado (Fig. 5), donde plasmó una composición de gran monumentalidad, acompañada en este caso de la imagen de Dios Padre en lo alto, y el detalle de un angelito en la parte inferior mostrando el collar de la Real Orden de Carlos III[11].
Tras este recorrido pictórico por la personal forma de Maella a la hora de tratar la iconografía de la Inmaculada, ahondando en el estudio de sus composiciones, se aprecian ciertos aspectos y detalles que hacen inconfundible su estilo, y que por consiguiente serían tomados por sus seguidores.
El recurso más recurrente en toda ellas es la introducción de multitud de angelitos en torno a la Virgen. Sus posturas se convierten en estereotipos que fue adaptando en las distintas obras. El más significativo es un ángel, semicubierto con un paño rojo, que mece sus alas para volar. Suele aparecer en las zonas bajas de las composiciones, portando alguno de los atributos de la Virgen[12]. Esta figura aparece igualmente representada en la obra a estudiar, de trazo más torpe y en este caso con un ramo de rosas en la mano (Fig. 6), atributo empleado de igual forma en la obra del Museo del Prado.
[11] MANO, José Manuel de la, 2011, p. 77.
[12] En el caso de la Inmaculada del Museo del Prado, como ya se citó, porta el collar de la Real Orden de Carlos III.
Fig. 5. Inmaculada Concepción. Mariano Salvador Maella. 1781 – 1784. Museo del Prado. Nº inv. P007602 |
Fig. 6. Detalle
Fig. 7. Detalle
Del mismo modo, otros querubines, en este caso solo rostros con alas, son recurrentes en la producción de Maella. Suelen formar grupos de tres o cuatro, y se juntan uniendo sus cabezas. Puede apreciarse este aspecto en la parte superior de la Inmaculada de Aranjuez y, de nuevo, en la misma zona de nuestro cuadro en cuestión (Fig. 7).
La Virgen, por regla general, suele adoptar dos gestos: llevando sus manos al pecho, o en actitud de rezo con las manos separadas del cuerpo, -ya sea mirando al cielo o con la mirada cabizbaja-. En el caso concreto nuevamente de la Inmaculada de Aranjuez, María reza a la vez que observa al Espíritu Santo que se encuentra sobre ella. Esta actitud es tomada igualmente en nuestro lienzo, pero con un gesto cabizbajo más contenido e inexpresivo. El ejemplo sirve de igual modo para ilustrar la forma en que Maella vestía a la Virgen, con velo dorado caído, dejando ver su cabello suelto movido por el aire, el cual a su vez ondeará también la túnica blanca y el manto azul. Las vestimentas se captan de forma exacta en la obra objeto de estudio, pero no así la elegancia de su movimiento, resultando más simple.
La simplicidad compositiva de la obra en cuestión hizo que el autor prescindiese de otros elementos habituales en los grandes lienzos de altar de Maella, quizá en parte por su tamaño más reducido. Elementos como el ángel mancebo portador de algún atributo de la Virgen, la bola del mundo sobre la que ésta se apoya, o la serpiente, son excluidos en esta composición. Cabe mencionar también la disposición de la luna, con el creciente hacia arriba, atípico en los lienzos del valenciano, donde suele aparecer hacia abajo.
Por todo ello, la escasa calidad técnica de la obra estudiada hace pensar más bien en un seguidor de Maella, quien, pudiendo haber admirado la multitud de Inmaculadas que realizó a lo largo de su trayectoria, pudo haber ido seleccionando diversos aspectos de su conveniencia para realizar su propia versión.
Por último, en lo referido a su historia, la obra se encuentra expuesta en el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid con una razón de ser. Desde su fundación en 1596 la imagen de la Asunción de María se tomó como patrona de la Institución, aunque en el siglo XVII derivó a la Inmaculada, siendo obligatorio el juramento del llamado “voto inmaculista” por parte de todos aquellos futuros miembros. No hay datos concluyentes sobre su llegada, pues no consta documentación alguna en el Archivo Histórico del Colegio de Abogados, pudiendo haber sido adquirida directamente por la Corporación, o regalada por algún decano o colegiado.
14. BIBLIOGRAFÍA
- MANO, José Manuel de la, Mariano Salvador Maella, Grandes genios del arte de la Comunitat Valenciana: vol. XII, Aneto publicaciones, Zaragoza, 2011.
- MORALES Y MARÍN, José Luis, Mariano Salvador Maella, Colección Matrice: vol. VII, Ed. El Avapiés, Madrid, 1991.
- STRATTON, Suzanne, “La Inmaculada Concepción en el Arte Español”, Cuadernos de Arte e Iconografía. Tomo 1, Nº 2, Fundación Universitaria Española, 1988.
- VV. AA., Inmaculada, cat. exp., Catedral de la Almudena, Madrid, 2005.
15. TASACIÓN
A menudo aparecen en el mercado lienzos representando la Inmaculada Concepción salidos de la mano de seguidores o artistas del círculo de Maella. La técnica es más siempre e ingenua, y en ocasiones sencillamente copian o simplifican sus composiciones sin aportar ningún matiz propio. Véanse los siguientes ejemplos:
- Fernando Durán. 16/10/2018. Lote 602. Inmaculada Concepción. Seguidor de Mariano Salvador Maella. Ca. 1780. Medidas 137 x 73 cm. Se trata de una copia de la composición del valenciano para la Basílica de San Francisco el Grande. Salida 3,000 €. Remate 3,000 €. (Fig. 8)
- 12/02/2016. Lote 1649. Inmaculada Concepción. Escuela española, según modelos de Mariano Salvador Maella. S. XVIII. Medidas 124 x 78 cm. Salida 2,000 €. Lote no vendido. (Fig. 9)
- Sotheby’s Olympia. 25/04/2006. Lote 367. Inmaculada Concepción. Seguidor de Mariano Salvador Maella. Medidas 103 x 78 cm. Estimación 3,000 – 4,000 €. No rematado. (Fig. 10)
La valoración de la obra estudiada, catalogada como seguidor de Maella, una vez analizado el mercado y comprobada la baja calidad técnica que aporta, en una simple composición escénica, podría estimarse entre 3,000 – 4,000 €.
Fig.8.
Fig.9.
Fig.10.